miércoles, 19 de mayo de 2010

La satisfacción no tiene precio.
Suena a frase hecha, pero llevo sólo un par de horas saboreándola y, de verdad, siento un equilibrio enorme. Por un lado me he quitado un gigante peso de encima, y del otro lado ahora hay algo que cuelga, así que aún no me voy a caer, porque los dos lados están más o menos igualados.
Es como si hubiera conseguido armonizar un sinfín de perfectos acordes y notas, y aunque algunos me parecían sobrar al principio, he conseguido colocarlos en absoluta alineación.

He terminado de escribir mi historia, me falta encontrar el título que reúna todas esas notas y las defina, sin obviar lo que pasa... Sigue la cuenta atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario